Esta historia es autoconclusiva y fuera de la línea del tiempo de Inuyasha.
Hace mas de 600 años, una princesa llamada Izayoi cometió un gravísimo pecado: se enamoró de un terrible demonio, con el cual tuvo relaciones, quedando enbarazada. Al enterarse, Takemaru, el guardian de la doncella, maldijo mil veces al yokai (demonio) que sedujo a su amada protegida, y se propuso asesinarlo. Mas, al momento del parto, el demonio apareció ante él y el enardecido ejercito de la familia, arrasando por completo.
Takemaru trató de acabar con la vida de la princesa y el bebé, pero el demonio se lo impidió. Con su toque sobrenatural el demonio curó a su amada y la cubrio para que huyera con su hijo, el semi-demonio llamado InuYasha.
En el presente la familia Higurashi encuentra entre las reliquias del templo una espada, la cual ha sido guardada por generaciones en este lugar. Sin querer Souta descubre el sello y el guardian de la espada aparece, un espíritu afable que le dice a la familia que después de 700 años esta debe ser liberada. Ante los asombrados ojos de la familia, la espada se eleva por los aires y viaja hacia donde se encuentran InuYasha y Kagome después de un día de escuela.
La espada se planta ante Inuyasha y le exige que él sea su nuevo portador, mostrandoles una terrible visin acerca de lo que pasara si el no lo hace. Inu decide tomar la espada, y al momento de hacerlo, su mano derecha se transforma en una extensión de la espada; ésta lo posee y lo convierte en un ser deseoso de sangre y masacre. Kagome trata de detenerlo, pero él esta enloquecido, corre hacia el pozo y se arroja.